Eres cabezota, insoportable y testaruda. Gruñes más que hablas y no hay día en que no te hagas de rogar. No me gusta cuando me esquivas, ni cuando me miras, ni cuando tus palabras se entrelazan con las mías. No me gustan tus zapatillas, ni tus sandalias, ni la forma en la que me gritas. Detesto que dejes de sonreír y que llores cuando te sientes perdida. Vienes a buscarme y si no estoy, te enfadas, pero voy a buscarte y si no estás, para ti, no pasa nada. Odio no saber que va a pasar contigo, si mañana vas a seguir ahí o si te vas a ir. Eres impredecible, egoísta, rencorosa y tremendamente olvidadiza. No ordenas nada, no te das cuenta de nada. Haces daño sin querer, pero queriendo...
-¿Eso quiere decir que no me quieres?
-Quiere decir que no se que demonios he hecho para que no me dejes quererte, porque te encierras en ese mundo y no me dejas atravesarlo. Pero lo mejor de todo es que, te quiero.
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